J) PADRENUESTRO Y COMUNIÓN
42 - Puesto
de nuevo en pie y teniendo las manos extendidas y apoyadas sobre los corporales
dice el celebrante (en voz alta) Per omnia saecula saeculorum.
Una vez que el ministro (o los
fieles) hayan respondido Amén el celebrante, juntando las
manos ante el pecho e inclinando la cabeza, dice (en voz alta) Oremus.
Después prosigue (con las manos
juntas ante el pecho y en voz alta) Praeceptis salutaribus moniti etc.
Cuando empieza a recitar el Pater noster extiende las manos ante el pecho
y así las mantiene durante toda la oración, teniendo además los ojos fijos en
el Sacramento hasta el final de la misma. Cuando el ministro (o los fieles)
respondan Sed liberanos a
malo el
celebrante contesta (en voz baja) Amén y puesta la mano izquierda sobre los corporales, con la derecha (sin
separar el índice del pulgar) toma el purificador, tira la patena de debajo de
los corporales y la limpia suavemente con el purificador (usando para ello sólo
la mano derecha, la izquierda permanece sobre los corporales). Acto seguido
deja el purificador sobre el altar, del lado de la Epístola no muy lejos de los
corporales y toma la patena entre el índice y el dedo de en medio,
manteniéndola de canto sobre el altar (fuera de los corporales) con la parte
cóncava mirando hacia los corporales.
Comienza entonces a decir (en
voz baja) Líbera nos
quaesumus, etc. Cuando
llega a las palabras da propitius
pacem se
santigua con la patena del modo siguiente : la mano izquierda la apoya sobre la
cintura (cuidando de no tocarse la casulla con los dedos índice y pulgar), y
sosteniendo la patena con la derecha, se toca con ella la frente diciendo da propitius, el pecho diciendo pacem, el hombro izquierdo diciendo in diebus, el hombro derecho diciendo nostris. A continuación besa la patena
en el borde superior (por la parte cóncava) y prosiguiendo en voz baja ut ope misericordiae tuae, etc. desliza la patena por debajo de la Hostia , ayudándose para
ello del índice de la mano izquierda[1]42.
43 - Una
vez que terminó de recitar la oración que acompaña la acción precedente, el
celebrante descubre el cáliz, hace genuflexión y toma la Hostia (que ya reposa sobre
la patena) de la siguiente manera: con el índice izquierdo la hace deslizarse
hacia el borde superior de la patena hasta que sobresalga un poco de esta,
entonces la toma por la parte que sobresale con la mano derecha (entre el
índice y el pulgar), la levanta y la lleva hasta encima del cáliz, donde la
toma también con la mano izquierda (sólo los dedos índice y pulgar).
Sosteniéndola así, con ambas manos sobre la copa del cáliz, la va partiendo por
el medio, en línea recta, mientras dice (en voz baja): Per eundem Dominum nostrum Jesum
Christum .
A continuación pone sobre la
patena la mitad de la Hostia
que tiene entre el pulgar y el índice de la mano derecha, y rompiendo, también
con la mano derecha[2]43, una partecita de la parte
inferior de la otra mitad que le queda en la izquierda, prosigue (en voz baja) qui tecum vivit et regnat. Al decir in unitate Spiritus Sancti Deus pone la mitad que tiene en la
izquierda sobre la patena, al lado de la otra mitad (de manera que se “recomponga”
la forma circular de la Hostia ).
Una vez que ha dejado la mitad izquierda de la Hostia sobre la patena
pondrá la mano izquierda en el nudo del cáliz y, conservando siempre la mano
derecha (que sostiene la partícula consagrada) sobre la boca del cáliz, dirá
(en voz alta) Per omnia
saecula saeculorum.
Respondido
Amén (por el ministro o los fieles)
el celebrante hará con la partícula que sostiene en la derecha tres cruces
sobre la boca del cáliz, de labio a labio, sin tocarlos ni sobrepasarlos y moviendo
para ello toda la mano (no sólo los dedos), diciendo al mismo tiempo (en voz
alta) Pax + Domini sit sem+per vobis+cum.
Una
vez que el ministro (o los fieles) hayan respondido et cum spiritu tuo el celebrante deja caer dentro
del cáliz la partícula que sostenía sobre él con la mano derecha, diciendo al
mismo tiempo (en voz baja) Haec commixtio etc. Después se purifica los dedos de ambas manos, frotándose un poco los
índices y los pulgares sobre la copa del cáliz, cubriéndolo a continuación con
la hijuela, haciendo luego genuflexión con la derecha (las manos separadas y
apoyadas sobre los corporales).
44 - Hecha la genuflexión y tras incorporarse de
nuevo, el celebrante junta las manos ante el pecho (sin apoyarlas sobre el
altar) e inclinándose medianamente comienza a decir (en voz alta) Agnus Dei qui tollis peccata mundi en este momento pone la mano
izquierda sobre el corporal y con la[3].
45 - A continuación el celebrante (que permanece
medianamente inclinado) junta las manos y las apoya sobre el borde del altar.
En esta posición, con los ojos fijos en el Sacramento, recita (en voz baja) las
tres oraciones preparatorias a la comunión.
Terminadas
estas se pone derecho y a continuación hace genuflexión (con las manos separadas
apoyadas sobre los corporales). Habiéndose levantado dice (en voz baja) panem caelestem etc. Dicho lo cual toma
reverentemente con la derecha las dos partes de la Hostia que estaban sobre la
patena, para lo cual con el índice de la izquierda apoyado en medio de las dos
mitades las hará deslizarse hasta el borde superior de la patena, una vez que
sobrepasen dicho borde las tomará por ahí con la derecha (índice y pulgar),
levantándolas de la patena. Entonces las toma juntas por la parte inferior con
la izquierda, manteniéndolas derechas, un poco elevadas por encima del corporal
y conservando la forma redonda de la
Hostia.
Tomará
entonces la patena con la derecha y la pone entre el índice y el dedo de en
medio de la izquierda, por debajo de la Hostia. Se inclina medianamente y se da tres golpes
de pecho, con la mano derecha, diciendo tres veces (en voz mediana) Domine non sum dignus y prosiguiendo cada vez en voz
baja ut intres sub
tectum etc. Después
de cada golpe de pecho retira la mano derecha pero no la apoya sobre los
corporales.
Habiendo
terminado el tercer Domine non sum
dignus el
celebrante se endereza, toma con la mano derecha por la parte de arriba la
mitad de la Hostia
a la que arrancó la partícula y la pone encima de la otra mitad; a continuación
toma por la parte de abajo, con la mano derecha, las dos mitades reunidas (sin
conservar la forma circular, sino una mitad encima de la otra) y traza con
ellas un signo de cruz ante sí, por encima de la patena (que sostiene con la
izquierda y que ha de permanecer inmóvil) sin salirse de los bordes de esta,
diciendo al mismo tiempo (en voz baja) Corpus Domini Nostri Jesu Christi etc. sin olvidarse de inclinar la
cabeza al pronunciar Jesu.
A
continuación se inclina apoyando los antebrazos (o los codos) sobre el altar,
como para la consagración, y comulga la Hostia , manteniendo siempre la patena debajo de esta.
Acto seguido deja la patena sobre
los corporales, se incorpora, junta las manos ante la parte inferior del rostro
y permanece un momento[4][45] en meditación.
46 - Después
de esta breve pausa el celebrante comienza a recitar (en voz baja) Quid retribuam Domino etc. y al mismo tiempo descubre el
cáliz retirando la hijuela, hace genuflexión, toma la patena con la mano
derecha y si ve que quedan partículas sobre ella las hace caer sobre el cáliz.
A continuación recoge con la patena las partículas que hayan podido quedar
sobre el corporal y en seguida, con las yemas de los dedos pulgar e índice de
la mano derecha, purifica la patena sobre el cáliz y luego los mismos dedos
también sobre el cáliz.
Hecho esto, teniendo siempre juntos
el dedo pulgar y el índice, toma con la izquierda la patena sosteniéndola
horizontalmente, con la derecha toma el cáliz por debajo del nudo y traza con
el mismo un signo de cruz ante sí, mientras dice Sanguis Domini nostri Jesu Christi etc. sin olvidar de inclinar la
cabeza a Jesu. Poniendo entonces la patena
debajo del mentón, comulga (de una sola vez) todo el Sanguis con la partícula
que en él había[5]46, sin echar excesivamente la
cabeza hacia atrás y sin aspirar ruidosamente.
Nota: Si debe distribuir la comunión a los
fieles:
47 - Habiendo
consumido la Sangre
de Cristo, el celebrante deja la patena y el cáliz sobre los corporales,
cubriendo este con la hijuela. Acto seguido, con la mano derecha retira la
sacra central y la deposita a plano sobre el altar, del lado de la Epístola. Toma la
llave y abre el sagrario, hace genuflexión, con la derecha saca el copón y lo
coloca sobre los corporales delante del cáliz (donde estuvo la Hostia ). Entorna la puerta
del Sagrario, descubre el copón quitándole el pabellón y la tapa, hace
genuflexión, agarra el copón con la izquierda (pulgar e índice siempre unidos)
mientras con la derecha toma una Hostia pequeña entre el pulgar y el índice,
sosteniéndola por encima del copón. Hecho lo cual se vuelve por su derecha hacia
los fieles y con los ojos fijos en la
Hostia dice en voz alta Ecce Agnus Dei etc. A continuación repite tres veces (junto con
los fieles) Domine non sum
dignus, etc.
Evidentemente el celebrante no ha de golpearse el pecho sino que mantiene todo
el tiempo la Sagrada
Forma por encima del copón.
Acto seguido, acompañado por el
ministro[6] [47],, que sostiene el platillo
colocándose a su derecha, se dirige al comulgatorio donde distribuye la
comunión empezando por el lado de la Epístola hasta el del Evangelio, volviendo a
reiterar el mismo recorrido cuantas veces sea necesario y sin hacer genuflexión
ni reverencia al pasar por el centro.
Dando la comunión trazará un
signo de cruz con la Hostia
sobre el copón (sin sobrepasar sus límites) mientras dice Corpus Domini nostri Jesu Christi
etc. sin
inclinar la cabeza a Jesu. Habiendo terminado de
distribuir la comunión, recibe en la mano derecha el platillo que le entrega el
ministro y vuelve directamente al centro del altar. Deposita el copón sobre los
corporales, hace genuflexión, lo cubre, lo coloca dentro del sagrario, entorna
la puerta del mismo, vuelve a hacer genuflexión, echa la llave y la retira de
la cerradura colocando después la sacra central en su sitio.
Si el copón se hubiese
consagrado durante la Misa
se hará todo como ha sido explicado, omitiendo la apertura del Sagrario como es
evidente.
Terminada la distribución de la
comunión la Misa
continúa como de costumbre, con la purificación.
Si no se distribuye la comunión:
48 - Habiendo sumido la Preciosísima Sangre ,
el celebrante, sin dejar el centro del altar, coloca la mano izquierda (que
sostiene la patena) sobre los corporales y con la derecha presenta el cáliz (sosteniéndolo
por debajo del nudo y sin sacarlo fuera de los corporales) al ministro[7] [48], el cual se acerca hasta el
centro del altar y echa un poco de vino dentro de él. Cuando el ministro haya puesto
suficiente cantidad de vino el celebrante levanta un poco el cáliz para dárselo
a entender.
Entretanto el celebrante recita
en voz baja Quod ore
sumpsimus etc. Es
conveniente que, una vez puesto el vino en el cáliz, el sacerdote lo mueva en
forma circular para que el vino, al pasar por las paredes de la copa, pueda
purificar los restos de Sanguis que han podido quedar adheridos a ellas. Acto
seguido, poniendo la patena (que sostiene con la izquierda) bajo el mentón, se
toma el vino del cáliz, luego deposita la patena sobre los corporales, hacia el
lado del Evangelio y el cáliz lo pone en el medio de ellos.
48 - Para presentar el cáliz lo desplaza un
poquito hacia el lado de la
Epístola y si es necesario (p.ej. debido a la pequena
estatura del monaguillo) lo inclina un poquito hacia ése mismo lado para que el
acólito llegue con más facilidad a poner el vino dentro. Sin embargo nunca debe
sacarlo fuera de los corporales o, menos aún, presentarlo “en el aire” fuera
del altar. Si el monaguillo fuese tan pequeno que no alcanze, tome el
celebrante mismo la vinajera y, dejando el cáliz sobre los corporales, vierta
él mismo el vino.
Seguidamente pone los dedos
índice y pulgar de ambas manos (unidos) sobre la boca del cáliz y agarrándolo
por la copa con los demás dedos, se desplaza hasta el ángulo de la Epístola , deposita el
cáliz sobre el altar y el ministro derrama sobre sus dedos índice y pulgar (
puestos sobre la boca del cáliz) primero un poco de vino y luego un poco de
agua. Mientras el agua y el vino caen sobre sus dedos el celebrante los frota
suavemente entre sí, diciendo entre tanto (en voz baja) Corpus tuum Domine etc. y prosigue diciendo esta oración
en tanto que continúa a ejecutar lo que sigue:
49 - Cuando el ministro a dejado de versar el
agua sobre los dedos, toma el purificador y se lo pone sobre los índices y
pulgares de ambas manos, que mantiene sobre la boca del cáliz. En seguida, agarrando el cáliz del mismo modo
que antes (con los tres últimos dedos de cada mano agarrando la copa y los
demás puestos sobre ella) se desplaza hacia el centro del altar (sin hacer ninguna
reverencia a la cruz).
Una vez allí, deposita el cáliz
sobre los corporales, toma de nuevo el purificador con la derecha y se seca con
él las puntas de los dedos índice y pulgar. A partir de entonces el celebrante
ya no conserva unidos los índices con los pulgares.
Toma acto seguido el purificador
con la izquierda y con la mano derecha toma el cáliz por el nudo. Coloca
entonces el purificador debajo del mentón, dejándolo colgar sobre el dorso de
la mano, y consume el contenido del cáliz. Acto seguido deposita el cáliz sobre
los corporales, se enjuga los labios con el purificador (que sostiene con las
dos manos), tras lo cual lo extiende sobre la copa del cáliz haciéndolo entrar
con la mano derecha hasta el fondo de la copa. Agarra entonces el cáliz con la
mano izquierda por el nudo (o mejor, por el exterior de la copa) y con la mano
derecha metida dentro del cáliz (salvo el dedo pulgar) hace girar el
purificador dentro del mismo varias veces, luego lo saca, le da la vuelta y
vuelve a repetir la acción, para que la copa quede seca. Si fuese necesario
puede inclinar el cáliz para enjugarlo mejor.
50 - A continuación pone el cáliz fuera del
corporal (del lado del Evangelio), extiende sobre él el purificador, pone sobre
el purificador la cinta de la que cuelga la cucharilla, luego pone encima de todo
la patena y sobre ella la palia redonda[8]49. Luego pliega los corporales
metiendo la hijuela dentro de ellos, haciendo como sigue:
1° nunca ponga la hijuela en el
cuadrado que tocó la Hostia ,
sino en la doblez o cuadro del medio de los tres que están hacia el lado de la Epístola.
2° Se dobla el tercio que está
hacia el sacerdote sobre el tercio del medio.
3° Se dobla el tercio que está
hacia las sacras sobre el que estaba hacia el sacerdote.
4° Se dobla sobre el medio la
parte en que está la hijuela, y luego, sobre el todo, la que está hacia la
parte del Evangelio.
Una vez plegados los corporales los
mete dentro de la bolsa y pone esta sobre el altar.
Toma
entonces el velo (con las dos manos) y cubre con él el cáliz, pone la bolsa de
los corporales encima y, amarrando el cáliz por el nudo con la izquierda y
poniendo la derecha sobre la bolsa, lo coloca en medio del altar como al
principio de la Misa ,
cuidando de que el pie del cáliz quede totalmente cubierto con la parte
delantera del velo.
[1]
42 Por
ejemplo: con el índice de la izquierda se oprime el borde izquierdo de la Hostia de manera que el borde
derecho se levante un poquito. Entonces se va deslizando la patena por el lado
derecho a traves del resquicio que deja la Hostia al levantarse; así hasta que la Hostia quede depositada en
el centro de la patena, terminando de acomodarla con el índice de
la izquierda.
[2] 43 Por supuesto empleando sólo el índice y el
pulgar de dicha mano.
[3] 44 Lo mejor es hacer coincidir el golpe de pecho con
la palabra nobis. La mano derecha no ha de reposarse sobre los
corporales sino que se mantiene “en el aire” de manera natural, haciéndola
ejecutar los tres golpes seguidos.
[4] 45 El tiempo de un Padrenuestro
aproximadamente.
[5] 46 Si la partícula se quedase adherida al
cáliz, el sacerdote la tomará mas tarde con el vino de la purificación.
[6] 47 Si el ministro desea recibir la comunión se la
dará a él primero, estando de rodillas ante el altar y antes de ir al
comulgatorio.
[7] 48 Para presentar el cáliz lo
desplaza un poquito hacia el lado de la Epístola y si es necesario (p.ej. debido a la
pequeña estatura del monaguillo) lo inclina un poquito hacia ése mismo lado
para que el acólito llegue con más facilidad a poner el vino dentro. Sin embargo
nunca debe sacarlo fuera de los corporales o, menos aún, presentarlo “en el
aire” fuera del altar. Si el monaguillo fuese tan pequeño que no alcance, tome
el celebrante mismo la vinajera y, dejando el cáliz sobre los corporales,
vierta él mismo el vino.
[8] 49 Según la costumbre española. En el resto del
mundo lo que se pone sobre la patena es la hijuela.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario