51 - El celebrante junta en seguida las manos
ante el pecho y se llega al ángulo de la Epístola (entretanto el ministro ya habrá
trasladado allí el atril con el misal). Puesto de cara al libro y con las manos
juntas ante el pecho lee en voz alta la antífona llamada Communio.
Leída esta, regresa de nuevo al
medio del altar con las manos juntas ante el pecho y habiéndolo besado (las
manos extendidas sobre el altar a ambos lados del cáliz), se endereza, junta de
nuevo las manos ante el pecho y se vuelve por su derecha hacia los fieles. Con
los ojos bajos dice en voz alta Dominus vobiscum extendiendo y volviendo a juntar las manos. Una vez que ha sido respondido
et cum spiritu
tuo se desplaza
(manos juntas ante el pecho) de nuevo hasta el Misal. Una vez puesto de cara al
Misal, dice en voz alta Oremus (haciendo los mismos gestos que
para la colecta) leyendo a continuación en el Misal la postcommunio correspondiente, haciendo los
mismos gestos que fueron indicados al principio de la misa para la colecta. Y si la misa tuviere varias postcomunio hará lo mismo que fue indicado
para el caso que hubiese que decir varias colectas.
52 - Terminada
la postcommunio el celebrante cierra el misal
con la mano derecha, de manera que la primera página quede debajo, es decir:
con el lomo del libro hacia el exterior y el canto hacia el centro del altar.
Vuelve de nuevo al medio del
altar (con las manos juntas ante el pecho) lo besa, se incorpora, junta las
manos ante el pecho, se vuelve por su derecha hacia los fieles y dice (en voz
alta) Dominus
vobiscum extendiendo
y juntando las manos.
Una vez respondido et cum spiritu tuo permanece de cara a los fieles,
con las manos juntas ante el pecho, y dice en voz alta Ite Missa est. (conservando las manos juntas
ante el pecho). Tras la respuesta Deo gratias el celebrante se vuelve hacia el altar (por
su izquierda) y apoya las manos juntas sobre el borde del mismo. Con el cuerpo
erguido pero con la cabeza profundamente inclinada recita en voz baja la
oración Placeat tibi
sancta Trinitas etc.
Terminada la oración coloca las
manos extendidas sobre el altar a ambos lados del cáliz, se inclina y besa el
altar en el medio, se alza de nuevo, eleva los ojos y extiende, eleva y junta
las manos ante el pecho mientras dice en voz alta Benedicat vos omnipotens Deus (inclinando la cabeza al pronunciar
Deus). Se vuelve entonces por su
derecha (con las manos juntas y los ojos bajos) y, de cara a los fieles, puesta
la mano izquierda un poco más abajo del pecho, teniendo la derecha extendida
(con el meñique hacia los fieles) y los dedos juntos, da la bendición trazando
con la derecha un signo de cruz, primero la línea vertical y después la
horizontal (sin sobrepasar la anchura de los hombros) mientras dice en voz alta
Pater et Filius et Spiritus Sanctus.
53 - Concluyendo de dar la vuelta se acerca al lado del Evangelio
con las manos juntas ante el pecho y dice en voz
alta Dominus
vobiscum. Acto
seguido apoya la mano izquierda sobre el altar y hace con el pulgar derecho un
signo de cruz sobre el altar y luego sobre la frente la boca y el pecho
mientras dice Initium sancti
Evangelii secundum Ioannem (cuando se signa sobre sí mismo la mano izquierda que tenía sobre el
altar pasa a colocarla bajo el pecho). A continuación lee (sobre la
sacra) el principio del Evangelio de San Juan con las manos juntas ante el pecho, y un poco vuelto
hacia el ángulo interno del altar (es decir, con la misma posición en la que se
lee el Evangelio del día). Al leer el versículo Et Verbum caro factum est hace genuflexion en la misma dirección,
apoyando las manos (separadas) sobre el altar. Tras lo cual termina de leer el
Evangelio en el mismo sitio y con las manos juntas ante el pecho.
54 - Tras el último evangelio, si se dicen las
oraciones de León XIII, el celebrante hará así:
Terminado de leer
el Evangelio se vuelve por su derecha y (sin reverencia a la cruz) va directamente
a arrodillarse sobre la ínfima grada del altar, descendiendo las gradas en oblicuo
con las manos juntas ante el pecho. Recita las oraciones prescritas de
rodillas, con las manos juntas ante el pecho. Luego se levanta y sube al medio
del altar.
Si no se dicen las oraciones de
León XIII, una vez que ha terminado de leer el último evangelio, el celebrante
(con las manos juntas ante el pecho) se desplaza hasta el medio del altar.
Una vez en el medio del altar
(tanto si las oraciones leoninas han sido dichas como si no) el celebrante toma
el cáliz con la mano izquierda por el nudo, pone la derecha sobre la bolsa,
hace una ligera inclinación de cabeza a la cruz y baja las gradas del altar
llevando el cáliz a la altura del pecho.
Al llegar ante la ínfima grada
se vuelve hacia el altar, hace inclinación profunda de cuerpo a la cruz (o
genuflexión con una sola rodilla sobre el suelo y no sobre la ínfima grada[1]50 si el sagrario está sobre el
altar o si la reliquia de la
Santa Cruz está expuesta sobre él). Seguidamente toma con la derecha
el bonete que le presenta el ministro, se cubre con él y vuelve a la sacristía,
precedido por el ministro, del mismo modo en que vino. Si la sacristía se
encuentra detrás del altar deberá volver a ella por la puerta del lado de la Epístola.
55 - Llegado
a la sacristía hace (sin descubrirse) una inclinación (mediana o profunda) al
crucifijo o a la imagen que la presida, deja el cáliz, se quita el bonete y a
continuación se despoja de los ornamentos en orden inverso a aquel en el que se
los puso. Puede besar (aunque no está prescrito) la cruz de la estola, del
manípulo y del amito, como hizo al revestirse.
Después de haberse desvestido de
los ornamentos sagrados, el sacerdote se retira a un lugar conveniente para dar
al Señor las gracias que le son debidas.
* * * * * * * * * * * *
[1] 50 Se hace la genuflexión bajando la rodilla hasta
el suelo, y no sobre la ínfima grada, la primera vez que se llega ante el altar
y la última vez que se lo saluda antes de partir hacia la sacristía.
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