Tomás H. Jerez

lunes, 21 de noviembre de 2011

MISA TRIDENTINA - DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


K) DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

51 - El celebrante junta en seguida las manos ante el pecho y se llega al ángulo de la Epístola (entretanto el ministro ya habrá trasladado allí el atril con el misal). Puesto de cara al libro y con las manos juntas ante el pecho lee en voz alta la antífona llamada Communio.



Leída esta, regresa de nuevo al medio del altar con las manos juntas ante el pecho y habiéndolo besado (las manos extendidas sobre el altar a ambos lados del cáliz), se endereza, junta de nuevo las manos ante el pecho y se vuelve por su derecha hacia los fieles. Con los ojos bajos dice en voz alta Dominus vobiscum extendiendo y volviendo a juntar las manos. Una vez que ha sido respondido et cum spiritu tuo se desplaza (manos juntas ante el pecho) de nuevo hasta el Misal. Una vez puesto de cara al Misal, dice en voz alta Oremus (haciendo los mismos gestos que para la colecta) leyendo a continuación en el Misal la postcommunio correspondiente, haciendo los mismos gestos que fueron indicados al principio de la misa para la colecta. Y si la misa tuviere varias postcomunio hará lo mismo que fue indicado para el caso que hubiese que decir varias colectas.


52 -     Terminada la postcommunio el celebrante cierra el misal con la mano derecha, de manera que la primera página quede debajo, es decir: con el lomo del libro hacia el exterior y el canto hacia el centro del altar.


Vuelve de nuevo al medio del altar (con las manos juntas ante el pecho) lo besa, se incor­pora, junta las manos ante el pecho, se vuelve por su derecha hacia los fieles y dice (en voz alta) Dominus vobiscum extendiendo y juntando las manos.


Una vez respondido et cum spiritu tuo permanece de cara a los fieles, con las manos juntas ante el pecho, y dice en voz alta Ite Missa est. (conservando las manos juntas ante el pecho). Tras la respuesta Deo gratias el celebrante se vuelve hacia el altar (por su izquierda) y apoya las manos juntas sobre el borde del mismo. Con el cuerpo erguido pero con la cabeza profunda­mente inclinada recita en voz baja la oración Placeat tibi sancta Trinitas etc.


Terminada la oración coloca las manos extendidas sobre el altar a ambos lados del cáliz, se inclina y besa el altar en el medio, se alza de nuevo, eleva los ojos y extiende, eleva y junta las manos ante el pecho mientras dice en voz alta Benedicat vos omnipotens Deus (inclinando la cabeza al pronunciar Deus). Se vuelve entonces por su derecha (con las manos juntas y los ojos bajos) y, de cara a los fieles, puesta la mano izquierda un poco más abajo del pecho, teniendo la derecha exten­dida (con el meñique hacia los fieles) y los dedos juntos, da la bendición trazando con la derecha un signo de cruz, primero la línea vertical y después la horizontal (sin sobrepasar la anchura de los hombros) mientras dice en voz alta Pater et Filius et Spiritus Sanctus.


53 - Concluyendo de dar la vuelta se acerca al lado del Evangelio con las manos juntas ante el pecho y dice en voz alta Dominus vobiscum. Acto seguido apoya la mano izquierda sobre el altar y hace con el pulgar derecho un signo de cruz sobre el altar y luego sobre la frente la boca y el pecho mientras dice Initium sancti Evangelii secundum Ioannem (cuando se signa sobre sí mismo la mano izquierda que tenía sobre el altar pasa a colocarla bajo el pecho). A continuación lee (sobre la sacra) el principio del Evangelio de San Juan con las manos juntas ante el pecho, y un poco vuelto hacia el ángulo interno del altar (es decir, con la misma posición en la que se lee el Evangelio del día). Al leer el versículo Et Verbum caro factum est hace genuflexion en la misma dirección, apoyando las manos (separadas) sobre el altar. Tras lo cual termina de leer el Evangelio en el mismo sitio y con las manos juntas ante el pecho.


54 - Tras el último evangelio, si se dicen las oraciones de León XIII, el celebrante hará así:


Terminado de leer el Evangelio se vuelve por su derecha y (sin reverencia a la cruz) va directamente a arrodillarse sobre la ínfima grada del altar, descendiendo las gradas en oblicuo con las manos juntas ante el pecho. Recita las oraciones prescritas de rodillas, con las manos juntas ante el pecho. Luego se levanta y sube al medio del altar.


Si no se dicen las oraciones de León XIII, una vez que ha terminado de leer el último evangelio, el celebrante (con las manos juntas ante el pecho) se desplaza hasta el medio del altar.


Una vez en el medio del altar (tanto si las oraciones leoninas han sido dichas como si no) el celebrante toma el cáliz con la mano izquierda por el nudo, pone la derecha sobre la bolsa, hace una ligera inclinación de cabeza a la cruz y baja las gradas del altar llevando el cáliz a la altura del pecho.


Al llegar ante la ínfima grada se vuelve hacia el altar, hace inclinación profunda de cuerpo a la cruz (o genuflexión con una sola rodilla sobre el suelo y no sobre la ínfima grada[1]50 si el sagrario está sobre el altar o si la reliquia de la Santa Cruz está expuesta sobre él). Seguidamente toma con la derecha el bonete que le presenta el ministro, se cubre con él y vuelve a la sacristía, precedido por el ministro, del mismo modo en que vino. Si la sacristía se encuentra detrás del altar deberá volver a ella por la puerta del lado de la Epístola.


55 -     Llegado a la sacristía hace (sin descubrirse) una inclinación (mediana o profunda) al crucifijo o a la imagen que la presida, deja el cáliz, se quita el bonete y a continuación se despoja de los ornamentos en orden inverso a aquel en el que se los puso. Puede besar (aunque no está prescrito) la cruz de la estola, del manípulo y del amito, como hizo al revestirse.


Después de haberse desvestido de los ornamentos sagrados, el sacerdote se retira a un lugar conveniente para dar al Señor las gracias que le son debidas.



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[1] 50 Se hace la genuflexión bajando la rodilla hasta el suelo, y no sobre la ínfima grada, la primera vez que se llega ante el altar y la última vez que se lo saluda antes de partir hacia la sacristía.

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