34 - Concluido
el Sanctus el sacerdote pone la mano
derecha sobre el altar (directamente, sin juntarla antes con la izquierda
delante del pecho), y con la izquierda busca en el Misal la página del Canon. A
continuación (sin decir nada) eleva ambas manos hasta la altura de los hombros
al mismo tiempo que levanta sus ojos al cielo, volviendo a bajarlos al instante
mientras vuelve a juntar las manos ante el pecho e inclinándose profundamente
apoya sus manos unidas sobre el borde del altar[1] [33]. Estando ya profundamente
inclinado (y no antes) comienza a decir en voz baja Te ígitur etc. prosiguiendo siempre en voz baja
durante todo el Canon.
El sacerdote continúa
profundamente inclinado y con las manos juntas sobre el altar hasta las palabras
supplices
rogamus ac petimus (inclusive)
tras las cuales besa el altar en el medio, poniendo las manos a cada lado de
los corporales pero fuera de ellos. Acto seguido se endereza, junta las manos
ante el pecho y prosigue diciendo uti accepta habeas et benedicas luego pone la izquierda sobre el
altar (fuera de los corporales) mientras con la derecha traza tres signos de
cruz sobre la hostia y el cáliz juntamente, diciendo: haec+dona, haec+munera, haec sancta+sacrificia. Prosigue con las manos extendidas ante el
pecho. Al una cum Papa
nostro N. dirá
el nombre del Pontífice reinante inclinando la cabeza hacia el Misal. Si la Sede Apostólica se
hallare vacante deberá omitir toda la frase.
A las palabras et Antístite nostro N. dirá el nombre del patriarca,
arzobispo u obispo de la diócesis en la que se celebra la Misa. No ha de nombrarse
ningún otro prelado ya sea cardenal, abad, superior general, o cualquier otra
dignidad eclesiástica. Si la sede diocesana se hallare vacante se omitirá toda
la frase. También ha de omitirse dicha frase cuando se celebra en Roma. Al pronunciar
el nombre del obispo no ha de inclinar la cabeza (a menos que esté presente y
asista a la Misa ,
en cuyo caso se hará inclinación hacia el libro). Si no sabe o no recuerda el
nombre dirá sólo Antístite
nostro teniendo
intención de rogar por él [2] [34] .
35 - Mientras
dice Memento Domine
famulorum famularumque tuarum N. et N. eleva ambas manos y las junta a la altura del
pecho o del rostro e inclinando un poco la cabeza permanece un corto rato en dicha
posición, en silencio y recordando aquellos por quienes tiene intención de
orar. Aunque el misal ha conservado las letras N. et N. el celebrante no tiene obligación de
pronunciar los ombres de aquellos por los que ora, basta que pronuncie hasta tuorum.
Terminado el Memento extiende
las manos ante el pecho y prosigue et omnium circumstantium etc.
Al Communicantes inclinará la cabeza hacia el Misal[3] [35] al pronunciar el nombre de Mariae, al decir Iesu Christi hará inclinación de cabeza hacia el
crucifijo. Y si durante esta oración se pronunciase el nombre del santo cuya
misa se dice o de quien se hace conmemoración inclinará la cabeza hacia el
misal[4] 36. Al llegar a la conclusión Per eundem Christum etc. junta las manos ante el pecho,
sin inclinar la cabeza[5] 37.
Cuando dice Hanc igitur, sin separar las manos, las abre
dejando los pulgares cruzados por encima de ellas y las extiende de manera que
las palmas miren hacia abajo (hacia el cáliz y la hostia). Las manos del
celebrante han de quedar pues abiertas y extendidas sobre la oblata (cáliz y hostia)
de manera que los dedos pulgares formen una cruz sobre las manos, poniendo el
derecho sobre el izquierdo, y así ha de mantener las manos durante toda esta
oración. Al llegar a la conclusión per Christum etc. junta de nuevo las manos ante el pecho (sin
inclinar la cabeza) y prosigue en esta posición.
Al llegar a Quam oblationem tu Deus in omnibus
quaesumus, apoya
la mano izquierda sobre el altar (fuera de los corporales) y con la derecha
traza tres signos de cruz sobre el cáliz y la hostia juntamente, diciendo: bene+dictam, adscri+ptam, ra+tam, pero el tercer signo de cruz lo trazará más lentamente prolongándolo
no sólo durante la palabra ratam sino
durante lo que sigue, a saber:
ratam, rationabilem, acceptabilemque
facere digneris, ut nobis entonces traza un signo de cruz solamente sobre la hostia diciendo Cor+pus y otro signo de cruz solamente sobre el cáliz diciendo San+guis tras lo cual, uniendo las manos ante el pecho, prosigue diciendo fiat dilectissimi Filii tui Domini
nostri e
inclinando la cabeza hacia la cruz Jesu Christi.
Nota: Si hubiese de consagrar partículas en
un copón debe descubrirlo en este momento. Tras lo cual continúa como sigue:
36 - El
celebrante purifica la extremidad de los pulgares y los índices de ambas manos
frotándolos suavemente sobre los extremos anteriores del corporal, mientras
dice (siempre en voz baja) Qui pridie quam pateretur tomando después la hostia por la parte de
abajo, con el índice y el pulgar de la mano derecha. Para ello apoyará el
índice de la mano izquierda sobre el borde superior de la hostia de manera que esta
se levante un poquito por la parte inferior, pudiéndola así agarrar cómodamente
con la derecha.
Una vez que tiene la hostia
cogida por la parte inferior con el índice y el pulgar de la derecha, la toma
igualmente por abajo con el índice y el pulgar de la izquierda, manteniendo los
demás dedos unidos y derechos por debajo de la hostia. Prosigue entonces
diciendo accepit panem
in sanctas ac venerabiles manus suas[6]38. Al decir et elevatis oculis in caelum levanta los ojos en alto, pero
en seguida los baja e inclina la cabeza diciendo Tibi gratias agens, al decir bene+dixit traza con la mano derecha un signo
de cruz sobre la hostia, teniéndola sujeta con el índice y el pulgar de la
izquierda, continuando: fregit, deditque
etc.
En España suele observarse la
rúbrica que prescribe en este momento poner una vela encendida sobre el altar y
que ha de permanecer encendida hasta la sumpción en las misas rezadas. Sin embargo
en el resto del mundo esta rúbrica ha caído en desuso y la S. C. De Ritos autorizó (9 junio
1899) a omitirla.
37 - Tras haber dicho manducate ex hoc omnes, el sacerdote teniendo siempre
la hostia entre sus manos, (de la manera que acaba de ser explicada), se
inclina profundamente, apoya los antebrazos sobre el altar (e incluso los codos
si fuese necesario, según su talla y la altura del altar) y con la cabeza
inclinada sobre la hostia que sostiene entre sus manos, pronuncia sobre ella
las palabras de la consagración. Cuide el sacerdote de pronunciar tan sagradas
palabras distinta y reverentemente, con atención y devoción, sin interrupción
ni movimientos de cabeza, en voz baja, sin gritar y sin suspiros ni
aspiraciones forzadas.
Pronunciadas aquellas palabras
el sacerdote, conservando la
Hostia entre sus manos, se apoya con ellas sobre los
corporales para enderezarse y acto seguido hace genuflexión con la rodilla
derecha hasta el suelo (con la
Hostia siempre entre las manos y apoyadas estas sobre los
corporales).
Tras levantarse alza la Hostia lentamente y en
línea recta sobre los corporales, siguiéndola con la mirada y tan alto como
cómodamente pueda, por lo menos más alta que su cabeza para que todos puedan
adorarla. Luego la baja de la misma manera y cuando esté cerca de los corporales,
apoya sobre ellos la mano izquierda mientras que con la sola mano derecha
vuelve a colocar la Hostia
donde estaba, haciendo genuflexión de nuevo (con ambas manos apoyadas a cada
lado sobre los corporales).
Nota: En adelante y hasta la ablución de los
dedos, el celebrante tendrá juntos los pulgares e índices de ambas manos, salvo
cuando deba tocar la Hostia[7] 39.
38 - Tras la segunda genuflexión el sacerdote
descubre el cáliz, tomando la hijuela entre los dedos índice y corazón de la
mano derecha, mientras con la mano izquierda sujeta el pie del cáliz (si había
partículas a consagrar en un copón, lo cubrirá antes de descubrir el cáliz).
Acto seguido se frota unos
contra otros los índices y pulgares de ambas manos sobre la copa del cáliz,
mientras dice Simili modo
postquam caenatum est. Luego, al decir accipiens et hunc praeclarum calicem toma el cáliz con ambas manos por el nudo (la
derecha por el nudo mismo y la izquierda un poco por debajo del nudo), lo
levanta un poco y en seguida lo vuelve a dejar en su lugar manteniéndolo agarrado
con ambas manos por el nudo. Prosigue inclinando la cabeza mientras dice item tibi gratias agens, luego traza un signo de cruz
con la mano derecha sobre la copa (conservando el cáliz agarrado con la
izquierda por el nudo) mientras dice bene+dixit. Después vuelve a poner la mano
derecha donde estaba, es decir vuelve a tener el cáliz agarrado con ambas manos
por el nudo, y prosigue diciendo deditque discipulis suis dicens: accípite et bíbite ex eo omnes. Acto seguido, teniendo cogido
con la derecha el cáliz por el nudo, lo levanta un poco (sin inclinarlo) y con
la mano izquierda lo sostiene por el pie: con los tres últimos dedos por debajo
y con el pulgar y el índice unidos por encima del mismo. A continuación apoya
los antebrazos (o los codos) sobre el altar e, inclinada la cabeza, pronuncia
sobre el cáliz las palabras de la consagración, del mismo modo que fue dicho
para la consagración de la
Hostia.
Proferidas dichas palabras, el
celebrante deposita el cáliz sobre los corporales y, mientras dice Haec quotiescumque etc., se endereza y hace genuflexión
con la rodilla derecha hasta el suelo, apoyando ambas manos sobre los
corporales, una a cada lado de la
Hostia.
Tras levantarse toma de nuevo el
cáliz, con la mano derecha por el nudo y con la izquierda por el pie y acto
seguido lo levanta del mismo modo que hizo con la Hostia , siguiéndolo con la
mirada[8]40. Una vez que lo ha vuelto a dejar
sobre los corporales lo cubre con la hijuela y hace de nuevo genuflexión.
[1] 33 De manera que sólo la
extremidad de los meniques toque el frontal.
[2] 34 Si el celebrante fuera patriarca, arzobispo u
obispo en lugar de dichas palabras dirá et me indigno servo tuo. Conviene
recordar aquí que San Pío V (Breve Ad hoc nos 17 dic.
1570) estableció que en España se nombrara al Rey durante el canon de la misa
inmediatamente después de nombrar al Papa y al obispo: “In canone quoque Missae post Romani
Pontificis et Praelati nomina Regis mentio (...) fieri debere”.
[3] 35 A menos que una imagen o
pintura de la Virgen
se venere en el altar, en cuyo caso la inclinación se hará hacia ella.
[4] [36] A menos que una imagen o
pintura de dicho santo presida el altar sobre el que se celebra en cuyo caso la
inclinación deberá hacerse hacia ella.
[5] [37] Puesto
que el nombre Iesus no es pronunciado.
[6] 38 Cuide el celebrante de
mantenerse erguido y no curvado, durante la ejecución de estos ritos.
[7] 39 Así pues cuando sea
necesario, el celebrante tomará el cáliz y la hijuela entre el pulgar y el índice
unidos, por un lado, y los demás dedos por el otro. Cuando tenga que pasar las
páginas del misal lo hará agarrando la orejuela entre el índice y el corazón.
Cuando tenga que apoyar las manos separadas sobre el altar deberá ponerlas
siempre dentro de los corporales.
Al menos el pie del cáliz debe llegar a la altura de sus ojos de manera
que pueda ver un poco del interior del pie
[8] 40 Debe alzarlo en línea recta sobre los corporales
tanto cómo decorosamente pueda. Al menos el pie del cáliz debe llegar a la
altura de sus ojos de manera que pueda ver un poco del interior del pie.
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