El libro
del apocalipsis surge en el ambiente litúrgico de la comunidad cristiana
primitiva. Por el contenido del mensaje y la estructura del texto deducimos que
era destinado a una asamblea litúrgica reunida en torno a la Palabra: «beato
aquel que lee y aquellos que escuchan» (1,1-3). Es constante la referencia a esta
asamblea orante en su doble rol de intérprete de la palabra que le es dirigida
y en el rol de transmisora del mensaje.
El
ambiente litúrgico, característico del libro, es descripto por medio de
relatos, visiones, y objetos típicos que forman parte del culto judío y
cristiano, como son las copas, trompetas, coros, etc.