En la antigüedad las aclamaciones eran los
gritos con los cuales las personas, generalmente reunidas en asamblea,
manifestaban su aprobación por una cosa o por alguien. En la antigua Roma se
llamaba aclamación la ceremonia decretada al general vencedor, y después, la
elección del emperador por parte de las tropas, a vivo voz y sin recurso al
voto. Este uso permaneció hasta hace poco tiempo, también como forma de
elección del Romano Pontífice.