La domus ecclesiae indicaba un conjunto de
locales diversos para los servicios de la comunidad, que
comprendían, en el corazón mismo de la domus, la sala para
la celebración de la liturgia. Si se adopta nuevamente esta expresión, no
es por una manía arqueologizante o de retorno a los orígenes, sino por
descubrir explícitos en ella, dentro de su dinámica de organización, los tres
grandes aspectos de la iglesia: el profético, el litúrgico y el caritativo.
Evidentemente, ha de ser la pastoral la que indique, con participación de la comunidad,
la exigencia, la dimensión, la utilidad y el radio de influencia de tales
estructuras. El edificio-iglesia, por consiguiente, está pensado como una
pequeña ciudad dentro de la ciudad, como una realización de la Jerusalén
terrena, anticipación de la nueva Jerusalén.
De E. Abruzzini
Nuevo Diccionario de Liturgia – Ediciones Paulinas