La oración cristiana tiene un origen trinitario porque
es el himno que resuena eternamente en el ámbito de las tres personas divinas,
traído por el Verbo a la tierra cuando se hizo hombre. Entonces, de pura
alabanza que era, pasó a ser también adoración, propiciación, intercesión (SC
83; OGLH 3). Sin embargo, en ninguna oración estamos asociados a
Cristo cantor de este himno trinitario como en la LH, al ser ésta la oración
por excelencia de su cuerpo, de su esposa, de su pueblo (SC 83; OGLH 15-16).
La salmodia de la iglesia es llamada "hija de
aquella himnodia que resuena incesantemente ante el trono de Dios y del
Cordero".
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