El Vat. II no ha suprimido las horas de tercia, sexta
y nona, antes bien las aconseja también a aquellos que no están obligados a
ellas por ley particular (OGLH 76). Ofrece, sin embargo, la posibilidad de
celebrar sólo una, adoptando la que más cuadre con el momento escogido. Este
oficio, gracias a la estructura de que se hablará, puede asumir tres
colocaciones y tres funcionalidades diversas, manteniendo el mismo núcleo
salmódico. Se llama hora intermedia porque ocupa un lugar intermedio entre
laudes y vísperas (OGLH 76-78).
La tradición ha puesto las tres horas en relación con
las tres personas divinas, con la triple oración de Daniel, de los hebreos, de
los apóstoles y de los primeros cristianos. Sin embargo, tienen también un
significado particular en relación con la historia de la salvación (OGLH 75).
Tercia recuerda principalmente la venida del Espíritu
Santo y la crucifixión de Cristo. Sexta evoca la oración de Pedro en casa del
curtidor, la agonía de Cristo y su ascensión al cielo. Nona trae a la memoria
la oración de Pedro y Juan en el templo, la curación del tullido, la sacudida de
la tierra recordada por los evangelios y la muerte de Cristo.
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