Aquí indicamos sólo algunos de los aspectos más
característicos de la obra posconciliar auspiciada por la gran asamblea
ecuménica, porque la presentación de la nueva estructura y de sus significados
se hará en los párrafos siguientes.
a) Oración de todo el pueblo de Dios.
Se concibe el oficio divino no como oración propia del
clero y de los monjes, tal como había acabado siendo en una época de decadencia
litúrgica, sino conmemoración de todos los bautizados. Por eso gira principalmente
en torno a laudes y vísperas, definidos como el doble quicio del oficio diario (SC
89a) y reelaborados completamente sobre todo para la celebración popular.
Los laicos, como grupos y como individuos, que celebren aunque sólo sea una
parte de la LH ejercen la misión de la iglesia orante, se insertan más íntimamente
en ella (SC 85), llevan a cabo una acción litúrgica y un culto público y
contribuyen no poco a la salvación de todo el mundo (OGLH 27).
Desaparece la discriminación entre personas delegadas y no delegadas para la
oración litúrgica, y se exhorta vivamente a los laicos a hacer de la LH, total
o parcial, su oración (SC 100; OGLH 22; 23; 27).
b) Nuevo salterio litúrgico.
Nos referimos a la nueva distribución de los salmos en
un ciclo de cuatro semanas, excepto para las completas, que sólo tienen un
cuadro semanal por tratarse de un oficio breve de preparación al descanso
nocturno, en el que se prefiere la repetición de los mismos salmos. El esquema
de cuatro semanas ha requerido una nueva serie de cantos bíblicos, tanto del AT
como del NT, y la repetición de algunos de los salmos preferidos por la piedad.
El Vat. II impuso el alargamiento del período de la salmodia (SC 91) no
sólo a causa de la supresión de prima y la nueva reglamentación de
tercia, sexta y nona (SC 89e), sino también para que cada uno de los
oficios con un número menor de salmos pudiera permitir una organización más
articulada, más variada, más abierta a la lectura bíblica (cf SC 89c), a
los espacios de silencio y al canto. Así es posible insertar eventualmente en laudes
y vísperas una lectura más larga y la homilía en las celebraciones con el
pueblo. Las oraciones de intercesión pueden ampliarse. La celebración puede
desarrollarse con más calma, más participación interior y más fruto.
c) Nuevo leccionario bíblico, patrístico y hagiográfico.
El concilio solicitó que también en el oficio se abrieran
con mucha amplitud los tesoros de la palabra de Dios (SC 92). Es lo que
ha querido llevar a cabo la reforma. La nueva LH tiene una distribución muy
copiosa de pasajes bíblicos, tanto de los largos en el oficio de lectura como
de los más breves en las otras horas. No se ha cuidado sólo la cantidad, sino
la elección circunspecta, la adecuación a los tiempos y días litúrgicos y la
línea lógica de desarrollo de la historia de la salvación en el transcurso del
año. Se nota siempre el esfuerzo de responder a un conjunto de exigencias
teniendo en cuenta nuestras generaciones. Se estudió mucho la formación del
nuevo dispositivo de lecturas patrísticas, entre las cuales se encuentran no rara
vez auténticas joyas, no utilizadas antes. En el leccionario del santoral se
excluyó categóricamente todo lo que tuviera sabor a leyenda y se adoptó el
criterio de recurrir, siempre que fuera posible, a los escritos de los santos
celebrados.
d) Adaptabilidad.
El monolitismo rígido de antes cede el paso a una
moderada flexibilidad, de forma que permite diferentes soluciones, en base al
espíritu del Vat. II (SC 87; 90). Efectivamente, se ofrece la
posibilidad de adecuar el oficio a los diversos tipos de asamblea que lo celebran
(cf const. apost. Laudis canticum 1). Por ejemplo, los responsables de
la celebración pueden, dentro de ciertos límites, escoger himnos, salmos,
lecturas, cantos sustitutivos de los responsorios y fórmulas adicionales o
alternativas a las preces intercesorias. Se ensancha la gama de ejecución de
los salmos y de los cánticos: por estrofas, por versículos, en forma propia de
solista (en forma seguida), alternada entre solista y coro (responsorial) o
entre coro y coro (antifonal), con repetición de antífonas al final del salmo y
del cántico o también entre las estrofas o grupos de estrofas, con inserción de
oraciones sálmicas, con espacios de silencio, etc. Es libre, en las memorias,
la opción entre textos del común y textos de la feria. A veces se puede
organizar un oficio votivo (cf OGLH 244-252). Se prevén soluciones
alternativas para el rezo individual o sin canto (cf, por ejemplo, OGLH 171;
190; 203). Se dan facultades para la elección de las lecturas y también para
una lectura con el sistema de la lectio semicontinua o continua de algún
padre (cf OGLH 248-251).
e) Subsidios para la interiorización.
La elección de las antífonas estuvo guiada por el
propósito de ayudar a los orantes en la relectura litúrgica de los salmos.
Salmos y cánticos están ilustrados por un doble título sobre el contenido
bíblico y la interpretación cristiana. Preceden también didascalías a las
lecturas largas. La normativa es más sencilla, menos rígida, y atiende sobre todo
a la celebración y a la participación interior. Es inestimable la Ordenación
general de la Liturgia de las Horas, que destaca los tesoros espirituales
del oficio divino y pone de relieve los significados vitales de cada una de las
horas y de cada uno de los elementos. Se prevé también una serie de oraciones
sálmicas destinadas a compendiar, en clave de oración, la perspectiva
cristológica y eclesiológica de los salmos. Todo esto promueve aquella
celebración consciente y personal que estaba en los deseos del concilio (cf SC
11; 30; 33; 90, etc.; OGLH 19).
f) Variedad y riqueza.
La nueva LH ofrece
generalmente estructuras con rotaciones a largo plazo, de suerte que evita el
retorno a poca distancia de textos iguales, con la consiguiente monotonía,
cansancio y decaimiento de la atención. La variedad lleva consigo mayor fuerza
de estímulo para quien está animado por buenas intenciones. A tal fin se han
creado, o se han vuelto a utilizar (tomadas del patrimonio tradicional), largas
series de oraciones, invocaciones, intercesiones, lecturas, responsorios,
antífonas, versículos, etcétera.
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