Tomás H. Jerez

sábado, 14 de mayo de 2011

EL TETRAMORFO


El tetramorfo es uno de los símbolos más representados en el arte cristiano durante todas las épocas. Su significado es amplio y profundo, y va más allá de la tradición cristiana. En el Antiguo Testamento aparece con la visión del profeta Ezequiel:

En medio del fuego, vi la figura de cuatro seres vivientes, que por su aspecto parecían hombres. Cada uno tenía cuatro rostros y cuatro alas. Sus piernas eran rectas; sus pies, como pezuñas de ternero, y resplandecían con el fulgor del bronce bruñido. Por debajo de sus alas, aparecían unas manos de hombre, sobre los cuatro costados; los cuatro seres tenían rostros y alas. Sus alas se tocaban unas a las otras, y ellos no se volvían cuando avanzaban: cada uno iba derecho hacia adelante. En cuanto a la forma de sus rostros, los cuatro tenían un rostro de hombre, un rostro de león a la derecha, un rostro de toro a la izquierda, y un rostro de águila. Sus alas estaban extendidas hacia lo alto: cada uno tenía dos alas que se tocaban entre sí y otras dos que les cubrían el cuerpo. Ellos avanzaban de frente: iban adonde los impulsaba el espíritu, y no se volvían al avanzar. Entre los seres vivientes había un fuego como de brasas incandescentes, como de antorchas, que se agitaba en medio de ellos; el fuego resplandecía, y de él salían rayos. Los seres vivientes iban y venían, y parecían relámpagos (Ez 1,5-14).