Pero el programa del templo es también un complejo iconológico, en el cual la catedral se presenta como un sistema complejo de simbolismos y de explicación visual de los misterios de la fe. Gaudí participaba en aquellos años en el movimiento general del mundo católico europeo a favor de una renovación litúrgica, que en Cataluña tenía numerosos adeptos y estudiosos. Pretende mostrar su sensibilidad acumulativa, compleja y excesiva en el Templo. El programa iconográfico de la Sagrada Familia es un sistema enormemente diversificado de números, cifras y símbolos en los que se expresan una enorme multitud de enseñanzas solo relativamente usuales en la doctrina católica de su tiempo:
-las tres fachadas eran la representación de los tres momentos culminantes de la vida de Cristo y de la Iglesia: nacimiento, muerte y resurrección.
-las afiladas torres serían el simbolismo exaltador de los doce apóstoles, los cuatro evangelistas, la Virgen María y el mismo Cristo ejemplarizado en el pináculo central más alto.
-las capillas laterales serían el símbolo del bautismo y de la penitencia, de las virtudes teologales y de los dolores y gozos del patriarca San José.
La Sagrada Familia constituye casi un resumen de la biografía gaudiniana, ya que empieza a trabajar en ella cuatro años después de licenciarse y no dejó de trabajar en ella hasta su muerte. Entre 1883 y 1893, Gaudí introduce modificaciones de planteamiento que anuncia la eclosión de una idea. Pero en sus trabajos de la continuación de la cripta iniciada por Del Villar, y en el inicio del ábside, se muestra cauteloso en el uso de un repertorio gótico, al que todavía no se atreve a criticar abiertamente y en el que sólo introduce sorprendentes cambios ornamentales de tipo naturalista.
Desde 1891 hasta aproximadamente 1900, Gaudí trabaja en la construcción de la fachada del Nacimiento. La característica dominante en esta parte del templo es la profusión. Rediseño de elementos góticos en el alzado interior y experimentación de ornamentación, escultura y simbolismo en el exterior de la fachada parecen traducir el tipo de preocupaciones en las que el arquitecto se
mueve en este período.
Los años modernistas corresponden, en su obra, con la definición global del edificio. Son los años de la primera década del siglo, en los cuales una mayor abstracción geométrica, una decidida incursión en las superficies alabeadas y, en general, una utilización libre y desinhibida de cualquier estilo, le permiten avanzar tanto en la definición global del proyecto como en el tratamiento estructural de las soluciones de la cubierta del templo y de las torres. El truncado final de la vida de Gaudí es como un símbolo del destino de toda su obra, y muy en particular de la inacabada Sagrada Familia. La obra de Gaudí acaba brusca y súbitamente, pero lleva en su propia raíz la razón de su inviabilidad, lo cual no quita ni un ápice a su grandeza.
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